Europa 2015

El viaje merece su capítulo aparte. Nuestro tren llegó a la hora estipulada, y aunque partió con unos minutos de retraso, el viaje fue perfecto. Desde la ventana veíamos paisajes de ensueño: montañas, bosques y claros sembrados con unas flores amarillas que no sabemos qué son, mezclándose entre ellos en infinitas postales, cada una más bella que la anterior. De vez en cuando un pequeño pueblo aparecía entremedio, y el imaginario popular de lo que es una casa alemana se plasmaba en realidad. En uno de esos tantos pueblos, de golpe y para sorpresa nuestra, se veía una M dorada inmensa (léase: un local de Mc Donald's), pero eso en el 2015 ya no es raro, lo raro es que era un pueblo de no más de 20 cuadras a la redonda.

Como no almorzamos debidamente antes de abordar el tren, y dado que llegaríamos sobre las 21.25 horas, nos dirigimos hacia el vagón comedor. Lau se tentó con un waffle con costras de azúcar que, al primer bocado, pude notar en sus ojos que eligió muy correctamente el acompañamiento para su café. Yo, como tengo más mesura, me pedí un estofado de arvejas con salchichas y zanahoria, con el correspondiente medio litro de cerveza de trigo. Todo esto en un tren: restaurantes de Palermo, aprendan giles.

En el resto del viaje alternamos entre leer, tipear el post anterior, dormitar, etc.

Finalmente arribamos a Nürnberg a las 21.30 aproximadamente (o Núremberg para nosotros de lengua española), apenas bajamos del tren y en plena estación, dos chicas que claramente no venían de tomar Nesquik, irrumpieron en la paz del lugar a los gritos, un alemán gordo las retó (o eso nos pareció) y todo volvió a la normalidad. Por lo poco que yo estuve en Alemania (soy Lau), entiendo que estas cosas son cotidianísimas.

Saliendo de la estación nos encontramos con Yoav, el amigo israelí de Lau, que vive en Praga y trabaja en Nürnberg, pero esa es otra historia para más adelante. Unas cervezas y unas salchichas más de camino a la casa de Yoav, en un patio cervecero con un estilo medio under, cerraron nuestra noche.

Ok, no paramos de comer... es cierto.

Leandro López

15 chapters

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May 06, 2015

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Alemania

El viaje merece su capítulo aparte. Nuestro tren llegó a la hora estipulada, y aunque partió con unos minutos de retraso, el viaje fue perfecto. Desde la ventana veíamos paisajes de ensueño: montañas, bosques y claros sembrados con unas flores amarillas que no sabemos qué son, mezclándose entre ellos en infinitas postales, cada una más bella que la anterior. De vez en cuando un pequeño pueblo aparecía entremedio, y el imaginario popular de lo que es una casa alemana se plasmaba en realidad. En uno de esos tantos pueblos, de golpe y para sorpresa nuestra, se veía una M dorada inmensa (léase: un local de Mc Donald's), pero eso en el 2015 ya no es raro, lo raro es que era un pueblo de no más de 20 cuadras a la redonda.

Como no almorzamos debidamente antes de abordar el tren, y dado que llegaríamos sobre las 21.25 horas, nos dirigimos hacia el vagón comedor. Lau se tentó con un waffle con costras de azúcar que, al primer bocado, pude notar en sus ojos que eligió muy correctamente el acompañamiento para su café. Yo, como tengo más mesura, me pedí un estofado de arvejas con salchichas y zanahoria, con el correspondiente medio litro de cerveza de trigo. Todo esto en un tren: restaurantes de Palermo, aprendan giles.

En el resto del viaje alternamos entre leer, tipear el post anterior, dormitar, etc.

Finalmente arribamos a Nürnberg a las 21.30 aproximadamente (o Núremberg para nosotros de lengua española), apenas bajamos del tren y en plena estación, dos chicas que claramente no venían de tomar Nesquik, irrumpieron en la paz del lugar a los gritos, un alemán gordo las retó (o eso nos pareció) y todo volvió a la normalidad. Por lo poco que yo estuve en Alemania (soy Lau), entiendo que estas cosas son cotidianísimas.

Saliendo de la estación nos encontramos con Yoav, el amigo israelí de Lau, que vive en Praga y trabaja en Nürnberg, pero esa es otra historia para más adelante. Unas cervezas y unas salchichas más de camino a la casa de Yoav, en un patio cervecero con un estilo medio under, cerraron nuestra noche.

Ok, no paramos de comer... es cierto.

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